La Preexistencia del
Espíritu Humano:
¿Existíamos como Inteligencias Organizadas Antes
de Nacer en esta Tierra?
Por: Fernando E. Alvarado
La Preexistencia
INTRODUCCIÓN:
Según la doctrina de la preexistencia, un alma engendrada
por Dios en algún momento de la eternidad pasada entra en el cuerpo humano en
algún instante al principio del desarrollo del feto. Más concretamente, el espíritu
de cada persona nacida en este mundo tenía una existencia personal consciente
en un estado previo. Estas almas progresan y avanzan en inteligencia o
conocimiento en diversos grados dentro de este estado preexistente. Cuando su
progreso en el mundo espiritual llega a su fin, las almas no nacidas son
enviadas a este mundo con el objeto de obtener un cuerpo material y continuar
en su progreso eterno hacia la perfección y exaltación.
La
doctrina de la preexistencia de los espíritus sobrevivió en el cristianismo
primitivo hasta bien entrado el siglo III d.C.; de hecho, Orígenes, un Padre de
la Iglesia que vivió en el siglo II y III d.C. defendió fuertemente dicha
doctrina. La doctrina de la Preexistencia de los Espíritus Humanos fue
condenada como herejía por el Concilio de Constantinopla en el año 553 d.C. y
eliminada así del cristianismo moderno.
La
doctrina de la preexistencia es todavía sostenida por el Movimiento de los
Santos de los Últimos Días, o Mormonismo, el cual enseña que todos los seres
humanos existimos como espíritus en la presencia de Dios antes de nacer en esta
Tierra. La doctrina de la prexistencia ha visto también su resurgimiento entre
algunas sectas evangélicas modernas (Ministerios Elim, Ministerios Ebenezer y
la secta “Creciendo en Gracia”, por citar ejemplos). No obstante, dicha
enseñanza suele ser ridiculizada por otros grupos cristianos, los cuales
consideran como herejía dicha doctrina.
ÍNDICE:
1.- La
Doctrina de la Preexistencia, o Vida Preterrenal, en el Mormonismo.
2.- La
Doctrina de la Preexistencia de los Espíritus en el Cristianismo Primitivo.
3.- La
Preexistencia de los Espíritus en el Judaísmo, el Islam y el Pensamiento Griego.
4.- ¿Enseña
la Biblia la Preexistencia del Espíritu Humano?
5.- Argumentos
en Contra de la Doctrina de la Preexistencia.
6.-
Conclusiones Acerca de la Doctrina de la Preexistencia o Vida Premortal.
Los Santos de los Últimos Días creen en la vida antes de nacer.
I.- LA DOCTRINA DE LA PREEXISTENCIA,
O VIDA PRETERRENAL, EN EL MORMONISMO:
El
concepto de la existencia premortal es una doctrina fundamental del mormonismo.
En 1833, en los albores del movimiento de los Santos de los Últimos Días, su
fundador José Smith, Jr. enseñó que las almas humanas son coeternas con Dios,
tal como Jesús es coeterno con Dios el Padre. Las Escrituras mormonas enseñan:
"… También
el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o sea, la luz de
verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser.… ". (Doctrina
y Convenios 93:29).
En
1844, José Smith se refirió a esta idea en su discurso en el funeral de King Follett:
“... el alma, la mente del hombre, el
espíritu inmortal. ¿De dónde vino? Todos los sabios y los doctores de teología
dicen que Dios lo creó en el principio; pero no es así. Según mi concepto, esta
idea rebaja al hombre… Decimos que Dios mismo es un Ser que existe por sí.
¿Quién os lo dijo? Es correcto pero ¿cómo entró en nuestra cabeza? ¿Quién os
dijo que el hombre no existió en igual manera, de acuerdo con los mismos
principios? El hombre efectivamente existe de acuerdo con los mismos
principios. Dios preparó un tabernáculo o cuerpo y puso un espíritu dentro de
él, y se tornó alma viviente. (Refiriéndose a la Biblia vieja) ¿Cómo dice en
hebreo? En el hebreo no dice que Dios creó el espíritu del hombre. Dice así:
"Dios hizo al hombre de la tierra, y puso en él el espíritu de Adán, y así
fue cuerpo viviente." La mente o inteligencia que el hombre posee es
coigual [co-eterna] con Dios… ¿Sería lógico decir que la inteligencia de los
espíritus es inmortal, y sin embargo, que tuvo un principio? La inteligencia de
los espíritus no tuvo principio, ni tendrá fin. Esto es buen razonamiento. Lo
que tiene principio puede tener fin. Nunca hubo tiempo en que no hubo
espíritus, porque ellos y nuestro Padre Celestial son co-iguales [es decir,
coeternos]…”.
(Enseñanzas
del Profeta José Smith, págs. 436-438).
Después
de la muerte de José Smith, la doctrina de la existencia premortal fue explicada
más ampliamente por otros líderes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días. Brigham Young, segundo presidente y profeta mormón, enseñó que a pesar
de que la "inteligencia" o elemento espiritual del cual se compone el
alma humana es coeterno con Dios, y no ha sido creado, el cuerpo espiritual de
cada ser humano sí fue efectivamente engendrado por el Padre y la Madre
Celestial de la humanidad; por lo tanto, no es coeterno con Dios. Según dicho
postulado mormón, cada uno de nosotros fue una especie de conciencia
pre-espiritual o "inteligencia"
que ha existido eternamente; dicha “inteligencia”,
en su anhelo de progreso eterno, más tarde pasó a formar parte de un espíritu
corpóreo engendrado por Dios; luego, tras eones de preparación espiritual y
desarrollo en las moradas eternas, dicho espíritu entró en un cuerpo físico y
nació en la Tierra. En 1857, Brigham Young afirmó que cada persona nacida en
esta Tierra es un hijo o una hija espiritual de Dios, engendrado por Él en el
mundo espiritual donde fue dado a luz y vivió con su Padre Celestial por eones
antes de venir aquí.
En
1909, la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días (Joseph E. Smith, John P. Winder y Anthon H. Lund) emitió la
siguiente declaración:
“… Jesús es el primogénito entre todos
los hijos de Dios, el primogénito en el espíritu, y el Unigénito en la carne.
Él es nuestro hermano mayor... Todos los hombres y las mujeres son a semejanza
del Padre y la Madre universales, y son literalmente hijos e hijas de la Deidad…” (El
Hombre: Su Origen y Destino, pág. 351-355).
Esta
declaración es ampliamente aceptada por los Santos de los Últimos Días modernos
como fundamental para el plan de salvación.
La
Iglesia Mormona también enseña que durante la existencia premortal, se produjo
un proceso de aprendizaje que finalmente llevó a la siguiente etapa necesaria
en el progreso eterno de los hijos espirituales de Dios. Este paso incluía la
necesidad de obtener un cuerpo físico que pudiera experimentar el dolor, la
tristeza, la alegría y el caminar por fe. Según esta creencia, los efectos e
implicaciones del Plan de Salvación fueron explicados y discutidos en el Gran
Concilio de los Cielos, donde se produjo la rebelión de aquellos que rechazaron
dicho plan, lo cual condujo a la Guerra en los Cielos, donde Lucifer se rebeló
contra el plan del Padre Celestial, convirtiéndose así en Satanás, el Diablo. A
este respecto, el Elder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce, enseñó:
“…
En la preexistencia… Satanás y una tercera parte de las huestes celestiales
destinadas a vivir sobre esta tierra, se rebelaron abiertamente contra el
Padre. Los rebeldes "buscaron destruir el albedrío del hombre" y
modificar el plan del Padre de manera que la salvación llegaría al hombre
automáticamente a todos los que pasaran por la mortalidad. (Moisés 4:1-4; Abrahán
3:24-28; Doctrina y Convenios 29:36-38; Isaías 14:12-20). Juan menciona su
rebelión contra la luz y la verdad y su negación a ajustarse a los términos y
condiciones establecidos por el Padre para alcanzar la salvación y la llama la
guerra en los cielos. (Apocalipsis 12:4-9). El inspirado escritor continúa
explicando que después que Satanás hubo sido arrojado a la tierra se le dio
poder para "hacer guerra contra los santos, y vencerlos." (Apocalipsis
12:13). Esa guerra de los santos sobre la tierra (Efesios 6:10-18; 2 Timoteo
4:7-8) es la continuación de la guerra en los cielos. Es una guerra entre la
verdad y el error, entre la luz y tinieblas…”. (Doctrina Mormona, pág.
332).
Un
tercio de las vastas huestes del Padre arriesgaron su legado en el Reino
Celestial al rechazar el plan propuesto por el Padre de los Espíritus y adoptar
el plan de Satanás. Ninguna cantidad de razonamiento y compartir testimonios
pacientemente iba a persuadirlos. Finalmente, el Padre se sintió obligado a
ordenar a Miguel que forzara la expulsión de las huestes de rebeldes
amotinados, exiliándoos a través del velo y condenándolos a un estado
incorpóreo dentro del mundo temporal.
Ahí, donde
un mundo recién creado esperaba y una nueva creación se iniciaba, la guerra
continuaría por los siguientes seis mil años y, al final de los siete mil años
Satanás y sus seguidores enfrentarían su última condenación.
Los Santos de la Iglesia Primitiva creían en la preexistencia de las almas
II.- LA DOCTRINA DE LA PREEXISTENCIA
DE LAS ESPÍRITUS EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO:
Las creencias de los
Santos de los Últimos Días referentes a la preexistencia de los espíritus
humanos les habrían resultado más familiares a las primeras generaciones de
cristianos que a muchos cristianos de la actualidad. Tertuliano (160-230 d.C.), teólogo de la Iglesia
primitiva, sostenía que la
raza humana fue creada de manera inmediata a la creación de Adán, tanto con
respecto al cuerpo, como al alma, y ambos se propagan a partir de él por medio
de la generación natural.[1] Sostenía dicho punto de
vista basándose principalmente en Hechos 17:26.
No obstante, el partidario cristiano más importante de la doctrina de la
preexistencia de los espíritus fue Orígenes,
un teólogo alejandrino que vivió alrededor del 185-254 d.C... Éste sostenía que
el estado presente que observamos ahora en nuestro ser (el individuo
alma-cuerpo) sólo es una etapa en la existencia del alma humana. Según
Orígenes, el espíritu humano ha pasado a través de otras épocas y formas de
existencia innumerables en el pasado, y debe pasar por otras innumerables
épocas más en el futuro.[2]
Lamentablemente, las enseñanzas de Orígenes fueron condenadas por la Iglesia dominante
entre los siglos V y VI, y exiliadas como herejía en el cristianismo.[3] En
el Segundo Concilio de Constantinopla (553 d.C.) la doctrina de la
preexistencia del alma, fue decretada como un crimen merecedor de la excomunión
y anatema. No obstante, a pesar de los intentos por erradicar la doctrina de la
preexistencia, que formaba parte del cristianismo primitivo, ésta sobrevivió en
los escritos de diversas sectas cristianas de la época, principalmente en el gnosticismo
cristiano. Del Pistis Sophia[4]
(Documento Antiguo Egipcio en Copto) aprendemos:
“… Porque los
mundos existen, de modo que espíritus inteligentes pudieran venir y habitarlos…
Existen muchas mansiones, grados y mundos, y todos ellos tienen sólo una ley.
Si ustedes guardan la ley ustedes también pueden volverse un creador de mundos…”.
También se lee:
“… Hay un lugar
designado para todo en el universo… Hay una enumeración de almas para cada
mundo… Cada alma se queda en su lugar designado hasta que haya realizado la
tarea para aquel lugar… Después de que el plan de creación fue aceptado, fue
comunicado a todos los otros mundos y ellos aprobaron y se alegraron… Todos los
otros mundos contemplan al mismo Dios también al Hijo común…. Encontré una
ordenanza inscrita sobre mi ropa, escrita en cinco palabras. ‘Esta es la ropa
que te perteneció en la preexistencia, a partir del principio, y cuando tu
tiempo se acabe sobre la tierra, la removerás y volverás a casa con nosotros.’
En esta ropa, tenía las cinco marcas…”.
Otros textos antiguos, cuya existencia data de los
primeros siglos de nuestra era, también afirman la doctrina de la preexistencia.
De Los
Libros de Yeu,[5]
considerados como apócrifos del Nuevo Testamento, aprendemos la doctrina del
progreso eterno y la preexistencia:
“… En cualquier
mundo en el que un Yeu se convierte en un Padre… los Padres entonces designan
nuevos Yeus (Jehovás) para los nuevos mundos, que a su turno se harán Padres.
Cada Yeu ha creado para sus anfitriones diez mil veces diez mil. El más alejado
es avanzado, el más rápido se mueve hacia Ellos a los que les será dado… ¡Somos
pasados de mano en mano, de grado en grado! Nuestro ejemplo es Adán… Les
enseñaré todas las ordenanzas necesarias, para que puedan ser purgados por
grados y progresar en la siguiente vida. Estas cosas hacen posible que alcancen
otros sitios, pero deben ser realizados en esta vida. A no ser que uno los
realice aquí, no puede convertirse en un ‘Hijo de la Luz’… los ‘Hijos de la
Luz’ son aquellos que son perfectos en las ordenanzas… estas ordenanzas son muy
secretas… ‘Los hijos de Luz’ en cualquier era vivieron, y reciben lo que
desean, son aquellos a la mano derecha del Padre, ya que es por su fidelidad en
estas cosas que demuestran que son dignos de volver y heredar el reino. Sin las
ordenanzas, por lo tanto, no hay ningún equilibrio o fundación en nada en esta
vida… Si quieren ir al Padre deben pasar por el velo… A esta señal los ángeles
mueven el velo a un lado y ustedes entran en la presencia del Padre que les da
su nombre y sello… El mundo es un sistema de velos o vestiduras, cada uno un
espacio del Templo. El hombre está organizado sobre el mismo principio. Hay un
lugar del cual todos los mundos toman su origen y prototipo, un lugar de luz
sin sombras e indescriptible alegría… y hay un velo entre los mundos, Encima
del velo están los cielos. El Firmamento está equipado con velos y puertas que
son guardadas lejos del mundo, en el cual, los hombres moran…”.
En el Mandeísmo[6]
o Cristianos de San Juan, una antigua secta que aún hoy día conserva muchas
doctrinas del cristianismo primitivo, también se enseñaba la doctrina de la
preexistencia de las almas. En el Ginza
(uno de los libros sagrados del mandeísmo), llamado también El Gran Libro y, en Europa, Libro de Adán, se nos dice:
“… Baja a aquel
lugar donde no hay ningún lugar ocupado, donde no hay ningún mundo y crea para
nosotros otro mundo después de la creación de los Hijos de la Salvación… Dios
comenzó por crear un lugar donde Sus hijos pudieran asentarse para reconocerlo
y servirlo como su Padre… Adán, éste es el lugar donde vas a vivir; tu esposa
Eva vendrá y se te Unirá aquí, y aquí tu progenie prosperará… El Padre me
enseñó sobre los mundos del Señor y la Gloria que habita en ellos. El Adán de
la luz pisa sobre la fundación temblorosa de la tierra, la cual, está puesta en
el medio de los mundos… No hay ninguna rivalidad o competición entre ellos,
sino ellos son gloriosos en sus firmamentos, y hay acuerdo entre ellos,
cabiendo juntos como las pestañas del ojo. Todos se alegran los unos con los
otros, cada uno siendo más glorioso y brillante que el otro… Porque la creación
de mundos infinitos sigue un solo patrón – que es dado por Dios el creador. El
planeta dice, ‘Ven Señor de los dioses, Señor del cosmos entero.’ (Ellos se
alegran y dicen) ‘Ven, sé nuestra cabeza, sé la cabeza de nuestro mundo
entero’… En el millón de mundos que Dios ha hecho para sus hijos, cada mundo es
diferente del otro y maravilloso en su propio resplandor. Entre diez mil veces
diez mil mundos no encontrarán dos parecidos. Antes de este mundo, ya había
mil, mil misterios y una miríada, miríada de planetas cada uno con sus propios
misterios u ordenanzas. El que ha realizado todas las ordenanzas y ha hecho el
trabajo del bien no puede ser contenido.
Se nos enseñan los principios de salvación, de modo que no podamos ser
contenidos en este mundo… Cuando Adán se puso de pie orando por luz y
conocimiento, un ayudante vino a él y le dio una vestidura y le dijo, ‘Aquellos
hombres que te dieron la vestidura te ayudarán durante toda tu vida hasta que
estés listo para dejar la tierra.’ Cuando Adán fue creado fue encontrado en un
sueño profundo, del cual, fue despertado por el ayudante que inmediatamente
comenzó a instruirlo. Y en su muerte también, los Enviados vinieron para
llevarse a Adán de regreso a la primera gran Casa Paternal y a los sitios en
los cuales anteriormente moró… cuando Adán despertó, dio cara a la luz y pidió
por ayuda. El Señor Mismo se acercó a él, en la gloria, y lo tomó por la palma
de la mano derecha, lo instruyó y lo calmó y Luego consoló a Eva. ‘De este
modo, he llevado la alegría y la ayuda a sus descendientes.’ Los Enviados
vinieron para traer la esperanza a Adán, quien estaba en, la imagen de Dios… En
la creación, Dios dio órdenes de que los ángeles deberían venir para guardar la
empresa de Adán. Al principio, fue el Señor Mismo y dos compañeros quienes
instruyeron a Adán y Eva en todo… ‘Baja al mundo, Adán, y crece en el cuerpo,
en aquella vestidura que te ha sido asignada. Baja y crece en las ordenanzas,
para que las ordenanzas puedan ser magnificadas por ti, para que tu progenie
así pueda ser firmemente establecida. El Hombre que enseñó a los justos electos
y los Nazarenos, quienes debían existir sobre la tierra en la preexistencia,
dijo, ‘Cuando engendren generaciones, y cuando les enseñen su conocimiento,
explíquenles, muéstrenles y díganles sobre los ritos que han realizado.’ Las
cosas sanas fueron trasplantadas del mundo de arriba… Los espíritus malignos,
que reclaman este mundo como suyo, resienten la instrucción del Enviado. ‘Estos
tres hombres están en el mundo,’ dicen ellos, ‘pero ellos no eran realmente
hombres. Ellos son luz y gloria, y han venido con el pequeño [Adán] quien está
indefenso y solo en el mundo. Ellos se meten en nuestro mundo. Los hijos de los
hombres han asumido el control de la tierra. Ellos son realmente los forasteros
que hablan la lengua de los tres hombres. Ellos han aceptado las enseñanzas de
los tres hombres y han rechazado nuestro propio mundo. Ellos rechazan reconocer
nuestro reino y nuestra gloria ‘… Así, los malignos conspiraron para derrocar a
Adán, quien estaba esperando… el mensajero del Padre, a que viniera y le diera
ayuda y apoyo… Cuando Adán apeló a Dios… el Señor y dos compañeros enseñaron a
Adán y Eva todas las ordenanzas y los bendijeron. ‘La Gran Luz nos plantó aquí
y nos dio a los ayudantes que nos enseñaron la oración de Adán en el mundo.’
Tres ángeles fueron enviados para enseñar a Adán y Eva la ley de castidad, e
instruirlos para ser verdaderos y fieles cuando la desgracia viene sobre ellos
por casualidad, y dedicar todas sus propiedades al necesitado y el pobre –
la regla que está atada sobre todo
electo. Ellos debían apelar a Dios sin cesar, en el nombre del Hijo y no
confiar en las cosas de este mundo…”.
En el Libro de Oraciones
de los Mandeos, se lee que Adán
había salido de la presencia del Padre, vino a este mundo y aprendió, a través
de mensajeros divinos, la forma en la cual podría volver al mundo glorificado
en el cual había morado anteriormente:
“… Cuando Adán fue colocado sobre la tierra, tres
mensajeros fueron enviados para supervisarlo conmigo mismo a su cabeza… Enseñé
a Adán y Eva los himnos, y el orden de la oración y las ordenanzas según las
cuales ahora ayudarían a volver a la presencia del Padre. Al enviar tres, Dios
les dice, dándoles instrucciones. Él dijo al enviado puro, Su Hijo, ‘Ve, llama
a Adán y Eva y toda su posteridad y enséñales todo sobre el Reino de la Luz y
los Mundos de Luz. Sé amistoso con Adán y guárdalo en compañía, tú y los dos
ángeles que estarán contigo. Adviértelos de Satán; también, enséñales la
castidad… El ayudante vino y despertó al Señor de los Misterios, quien es Adán.
Para que Adán pasará por todas las ordenanzas, incluyendo el bautismo, lavamientos
y unciones…”.
Los relatos contenidos en los libros sagrados del
mandeísmo son de especial significado para los Santos de los Últimos Días, los
cuales ven grandes semejanzas entre dichas enseñanzas y la doctrina mormona
acerca de la preexistencia, el progreso eterno y la enseñanza impartida en los
Santos Templos. ¿Pura casualidad? ¡Definitivamente no!
También resulta esclarecedor lo enseñado en los Reconocimientos
Clementinos,[7]
donde se nos dice:
“… Pedro enseñó que el plan de Dios o el decreto
fue presentado en la presencia de todos los primeros ángeles y el cual sentó
una ley eterna para cada uno en la cual todos los espíritus y las cosas serían
juzgados y enviados a su lugar apropiado…. El hombre preexistente había estado
alrededor mucho tiempo atrás antes de que fuera decidido crear esta tierra. La
cosa entera fue producida cuando el tiempo llegó para su beneficio; y aunque él
fue creado al último de todo para hacerse cargo, en su verdadera naturaleza él
es más viejo que cualquiera de esto. Por esta razón el mundo ha existido a
través de las eras de modo que los espíritus destinados a venir aquí pudieran
realizar su número y aquí hacer su opción entre los mundos superiores e
inferiores, los cuales están representados aquí, de modo que cuando sus cuerpos
sean resucitados los bienaventurados puedan ir a la luz eterna y los injustos
por sus actos impuros sean envueltos en la llama espiritual. En este mundo a
cada hombre le es dada una oportunidad justa de mostrar sus verdaderos deseos….
Dios consideró todo el mal que estaría entre aquellos a quien él creó, pero
como uno que sabía que no había ningún otro modo de alcanzar el objetivo por el
cual ellos fueron creados, él siguió adelante. El mal no es forzado sobre
nadie, está sólo allí para los que lo quieren y por su propio libre albedrío
deliberadamente se sujetan así mismos a éste. Dios fácilmente podría borrarlos
pero él sufre por mantenerlos hasta el día designado, en el cual, los hechos de
todos los hombres serán juzgados…”.
(Reconocimientos Clementinos III:
1).
Es evidente que la preexistencia era enseñada como
doctrina desde los inicios del cristianismo; no es una invención mormona. Sin
embargo, la preexistencia de las almas no sólo ha sido enseñada en el
cristianismo. Las raíces de dicha doctrina se remontan al judaísmo, religión
madre del cristianismo primitivo.
La creencia en una vida premortal es enseñada en el judaísmo y otras religiones
III.- LA PREEXISTENCIA DE LOS ESPÍRITUS EN EL
JUDAÍSMO, EL ISLAM Y EL PENSAMIENTO GRIEGO:
Los esenios, un importante sector del judaísmo que mostraba una afinidad doctrinal
notable en algunos aspectos con el cristianismo primitivo, creían en la
preexistencia de las almas. Sin embargo, dicha creencia no les era exclusiva. En
la literatura rabínica, las almas de todos los hombres se describen como siendo
creadas durante los seis días de la creación. De modo que, cuando cada persona
nace, un alma preexistente es colocada dentro del cuerpo. En algunas corrientes
del judaísmo se enseña que el espíritu preexistente de cada ser humano es
colocado dentro del útero de la madre 40 días después de la concepción. Según
la tradición rabínica, un ángel le enseña la Torá al bebé durante su estancia
en el vientre materno.
Ciertos pasajes de la literatura judía nos permiten
vislumbrar la creencia hebrea de que el alma preexiste al cuerpo. En el libro
de Sabiduría
de Salomón,[8]
también presente en el canon de la Biblia utilizado por la Iglesia Católica
Romana, leemos:
“… Era yo un niño
bien dotado, había recibido un alma buena, o más bien, siendo bueno, había nacido
con un cuerpo puro…”. (Sabiduría 8:19-20).
“… Pues un cuerpo
corruptible entorpece la conciencia, y el vivir en casa de barro hace pesado el
espíritu con sus mil pensamientos…”. (Sabiduría 9:15).
Otros textos antiguos de origen o inspiración judaica nos
enseñan acerca de la preexistencia. Del Segundo Libro de Enoc[9]
aprendemos:
“… Enoc fue con el
Señor quien le enseñó todo sobre la creación y sus obras. Él vio la materia
desorganizada antes del consejo de creación en el Cielo. Él vio a Satán aspirar
y ser arrojado para convertirse en la fundación de las cosas inferiores, más
allá de las cuales hay gran oscuridad y nada. Y el Señor dijo ‘Y ahora Enoc,
todo lo que os he explicado y todo lo que habéis visto sobre la Tierra y todo
lo que habéis escrito en vuestros libros. Es mi sabiduría que he organizado y
he hecho todas estas cosas y fue por mi palabra que fue realizado… Y cada cosa
encontrada en el mundo ha estado ante y ha pasado ante él y ha sido organizada
ante él… Todas las creaciones del Mundo han existido en cada generación antes
de que ellos vinieran a este mundo. Todas las almas de los hijos de los hombres
han estado antes de que ellos bajaran al mundo formado ante él en el Cielo en
la semejanza misma que ellos tienen en este mundo… Porque todas las almas están
preparadas para la eternidad antes de la formación del mundo. Y el Ángel dijo a
Enoc que se sentara y escribiera Todos los espíritus de los hombres y aquellos
que aún no han nacido, los sitios que han sido preparados para ellos. Todas las
cosas fueron preparadas desde antes de la fundación del mundo…“. (2 Enoc 17).
“…Enoc contestó a
la gente diciendo: oigan mis hijos, antes de que cualquier cosa fuera y antes
de que la creación entera ocurriera, el Señor estableció la era de la creación;
y después de que hizo toda la creación tanto visible como invisible y después
de que creó al hombre en su propia imagen. Él le dio ojos para ver, oídos para
oír y un corazón para pensar y una mente para aconsejar. Les juro a ustedes,
mis hijos, que antes de que el hombre estuviera en la matriz de su madre
estábamos preparados, cada individuo y un lugar para cada espíritu para que
cada uno debiera residir aquí en su tiempo apropiado, para que el hombre
pudiera ser probado en la balanza…”. (2 Enoc
9).
“…“Entonces el
ángel Braboil dijo: Siéntate y escribe todos los espíritus de los hombres,
todos aquellos que no han nacido aún y los sitios que han sido preparados para
ellos. Todas estas cosas fueron preparadas desde antes de la fundación del
mundo. Y anoté todos los asuntos de los hombres…”. (2 Enoc
11).
En dicho escrito también leemos:
“… Y todo lo que
se encuentra en este mundo ha estado ante y ha pasado ante él y ha sido
arreglado [organizado] ante Él… todas las creaciones del mundo que han existido
en cada generación, antes de que ellos vinieran a este mundo, han existido ante
Él en su forma verdadera, incluso todas las almas de los hijos del hombre han
estado antes de que ellos bajaran al mundo, han sido formados todos ante Él en
el cielo en la semejanza misma que ellos tienen en este mundo…”. (Enoc
10).
El Zohar,[10]
un texto judío de origen más reciente, también enseña la preexistencia de las
almas:
“… Cuando
un espíritu antiguo está a punto de bajar… a aquella región que ellos llaman el
reino de Adán, ese Arconte quien está a la cabeza del lugar da al alma preexistente
una copa del olvido…”. (Zohar III: 61).
La
doctrina de la preexistencia también se halla entre los musulmanes. Es bien
sabido que Mahoma, un ecléctico por excelencia, copió muchas de las ideas y
enseñanzas judías y cristianas para crear su propia religión, el Islam.
En el
Islam, se cree que las almas de todos los hombres fueron creadas en forma
adulta al principio de los tiempos, cuando Dios creó el alma de Adán, el padre
de la humanidad. El Corán relata la historia de cuando fueron traídos los
descendientes de Adán sucesivamente ante Dios para dar testimonio que Alá es el
único Señor de la creación y, por lo tanto, sólo Él es digno de adoración; por
lo que en el Día del Juicio, la gente no podría excusarse afirmando que sólo
adoraban a otros dioses porque ellos estaban siguiendo las costumbres de sus
antepasados. Entonces Alá retiró el recuerdo de este evento de la mente de los
seres humanos, y Él decretó el momento en el que todos, y cada uno de los seres
humanos, nacerían en el mundo físico.
La creencia en una vida premortal fue también conocida
entre los pueblos paganos, siendo su principal proponente el filósofo griego Platón, quien creía en
la preexistencia del alma. Platón afirmaba que al nacer perdemos el
conocimiento de nuestra vida anterior y
que debemos volver a aprender las mismas cosas en esta vida. Vio todo logro del
conocimiento no como adquisición de nueva información, sino como recordar información
previamente conocida. Según Platón, antes de nacer existíamos en un mundo
perfecto donde sabíamos todo.
La Biblia enseña la preexistencia de Cristo y de toda la humanidad.
IV.- ¿ENSEÑA LA BIBLIA LA
PREEXISTENCIA DEL ESPÍRITU HUMANO?:
La
doctrina de la preexistencia de los espíritus humanos puede ser trazada
fácilmente y de forma lógica a través de las Escrituras, ya que éstas sustentan
dicha enseñanza. En la Biblia aprendemos lo siguiente:
1.-
Dios, el Eterno Padre, engendró nuestros espíritus antes que naciéramos como
seres mortales:
El
apóstol Pablo enseñó que Dios engendró nuestros espíritus: “… Por otra parte, tuvimos a
nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los reverenciábamos, ¿por
qué no obedeceremos mucho mejor al e Padre de los espíritus, y viviremos?...”.
(Hebreos 12:9).
Salomón
también enseñó que nuestro espíritu proviene de Dios, su origen y fuente
celestial: “… y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el
espíritu vuelva a Dios, quien lo dio…”.
(Eclesiastés 12:7). Por esta
razón, Dios es llamado el “…Dios de los
espíritus de toda carne…”. (Números
16:22).
2.-
La Biblia nos enseña que todos los seres humanos que hemos poblado la Tierra
desde Adán hasta nuestros días, tuvimos una existencia previa antes de nacer
como hombres mortales:
Todos nosotros
hemos vivido, como espíritus, en la presencia de Dios antes de venir aquí.
Deseábamos ser como El, lo veíamos y estábamos en su presencia; pero se hizo
necesario que ganásemos experiencias que no podían ser obtenidas en aquel mundo
de espíritus, de manera que se nos otorgó el privilegio de descender sobre esta
tierra.
Los
Santos de los Últimos Días creemos firmemente, basados en el testimonio de las
sagradas escrituras, que en los cielos se efectuó un concilio en el cual el
Señor convocó a sus hijos espirituales y les presentó un plan por el cual ellos
vendrían a la tierra; en ella participarían de la vida terrenal y tendrían
cuerpos físicos; pasarían por un estado probatorio de mortalidad y luego
seguirían hacia una mayor exaltación mediante la resurrección que sería
efectuada mediante la expiación de Jesucristo, su Hijo Unigénito. La idea de
pasar por la mortalidad y de participar de todas las vicisitudes de la vida
terrenal en la cual ganarían experiencia mediante el sufrimiento, el dolor, el
pesar, la tentación y la aflicción (así como mediante los placeres de la vida
en esta existencia terrenal) y luego, si demostraban fidelidad, pasar por la
resurrección y seguir hacia la vida eterna en el reino de Dios y ser como Él,
los llenó del espíritu de regocijo y ellos gritaron de gozo; pues no podrían
obtener en ninguna otra forma la experiencia ni el conocimiento obtenibles en
este estado mortal, así como un cuerpo físico que era esencial para su
exaltación. En el libro de Job leemos:
“…
Ahora ciñe como hombre tus lomos; yo te preguntaré, y tú me lo harás
saber. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes
entendimiento. ¿Quién dispuso sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre
ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su a piedra angular,
cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos
de Dios?...”. (Job 38:1-7).
¿Quiénes
son los “hijos de Dios” aquí
mencionados? La expresión aquí traducida como “Hijos de Dios” es bene elohim, expresión hebrea que
significa literalmente: ‘los hijos de los dioses’, dichos seres espirituales
acompañaron a Jehová durante la creación de este mundo y presenciaron con
alegría la obra creativa por Él efectuada. La identidad de dichos seres
espirituales se nos explica claramente en dos pasajes paralelos. Uno de dichos
pasajes se halla en el libro de los salmos y nos dice: “…Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga… Yo
dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros a hijos del Altísimo.” (Salmo
82:1,6). El consenso ampliamente generalizado es que la escena se
desarrolla en la corte celestial, esto se debe a que la frase hebrea traducida
en Salmo 82:1 como "reunión de los
dioses" [del hebreo: adhath-'êl] sería más exactamente traducido como "el concilio de El" o "el
concilio de Dios”. [11].
Los miembros de este consejo divino
son llamados dioses (elohim), hijos de
Dios (bene elohim o bene Elim), hijos del Altísimo (bene Elyon). Dichos
personajes son seres espirituales de naturaleza divina, sentados en Concilio
con Dios, su Padre. El Salma 82 no se refiere a simples gobernantes o jueces
humanos, sino a seres divinos que serían enviados a la Tierra como mortales.
Nótese en Salmo 82:6 que su castigo por fallar como jueces o gobernantes de las
naciones es la muerte ordinaria de cualquier ser humano [literalmente: “morir como Adán"]. Este no es un
castigo si en realidad estos no son más que jueces humanos que van a morir, ya
que la muerte es el destino final de todo ser humano. Como bien lo señaló
cierto erudito: "… si van a morir
como los mortales, no son mortales...",[12]
sino seres divinos condenados al destino común de la posteridad de Adán. Su
identidad actual, sin embargo, continúa en el anonimato al basarnos solamente
en el Salmo 82. Sin embargo, el siguiente pasaje paralelo nos aclara quiénes
son dichos seres celestiales en la actualidad.
Al
declarar la identidad de dichos seres espirituales “… Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije: Sois a
dioses? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la
Escritura no puede ser quebrantada), ¿a quién el Padre santificó y envió al
mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Soy Hijo de Dios? Si
no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Pero si las hago, aunque a mí no
me creáis, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en
mí, y yo en el Padre. Y procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus
manos....” (Juan 10:34-39).
De modo
que, de acuerdo con lo enseñado por Cristo mismo, los seres humanos actuales son
esos seres espirituales que le acompañaron en la preexistencia como espíritus grandes
y nobles. No obstante, en esta vida mortal, o segundo estado, el Señor dispuso que
anduviésemos por fe y no por vista, a fin de que pudiésemos, con el gran don
del libre albedrío, ser probados para ver si haríamos todas las cosas que el Señor
nuestro Dios nos mandase. Por lo tanto, apartó de nosotros todo conocimiento
relativo a nuestra existencia espiritual y nos inició de nuevo en la forma de
desvalidos infantes, a fin de crecer y aprender día a día. En consecuencia, no
recibimos conocimiento y sabiduría en el nacimiento.
3.-
En la Vida Premortal, Cristo fue elegido por el Padre como nuestro Salvador:
En el
Gran Concilio de los Cielos, Jesús fue elegido para ser el Redentor del mundo:
“… habéis sido rescatados… con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya
ordenado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los
postreros tiempos por amor a vosotros…” (1 Pedro 1:18-20).
Cristo
es el "… Cordero que fue inmolado
desde el principio del mundo…” (Apocalipsis
13:8).
4.-
Se produjo una rebelión en los cielos, de modo que algunos fueron expulsados de
la presencia de Dios y condenados a no recibir cuerpos físicos, negándoseles el
privilegio de nacer en esta Tierra:
No
todos aceptaron el plan de Dios presentado en dicho Concilio, algunos se
rebelaron. En aquella gran rebelión en los cielos, Lucifer o Satanás, el hijo
de la mañana, y una tercera parte de los espíritus se apartaron. El codiciaba
el trono de Dios y osadamente se rebeló y dijo, según lo expone Isaías:
“Subiré al cielo; en lo alto, junto a
las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y... seré semejante al Altísimo…”
(Isaías 14:12-20).
De
Satanás también se dice:
“… Tú eras el sello de la perfección,
lleno de sabiduría y perfecto en hermosura. En a Edén, en el huerto de Dios,
estabas; de toda piedra preciosa era tu vestidura: de cornalina, topacio y
diamante, jaspe, ónice y berilo, zafiro, carbunclo, y esmeralda y oro; los
primores de tus tamboriles y flautas fueron preparados para ti en el día de tu
creación. Tú, a querubín ungido, protector, yo te puse allí; en el santo monte
de Dios estabas; en medio de piedras de fuego andabas. Perfecto eras en todos
tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad. A
causa de la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia y pecaste; por
lo tanto, te eché del monte de Dios por profano y te hice desaparecer de entre
las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa
de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Yo te
arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que te miren. Por la multitud de tus maldades y por la
iniquidad de tu comercio profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en
medio de ti, el cual te consumió, y te reduje a ceniza sobre la tierra ante los
ojos de todos los que te miraban. Todos los que de entre los pueblos te conocen
se asombrarán de ti; objeto de espanto serás y para siempre dejarás de ser…” (Ezequiel
28:12-19).
El
castigo de Satanás y de la tercera parte de las huestes celestiales que lo
siguieron fue negarles el privilegio de nacer en este mundo y recibir un cuerpo
mortal. Ellos no guardaron su primer estado y se les negó la oportunidad de
tener progreso eterno. El Señor los expulsó a esta tierra en la que vinieron a
ser los tentadores de la humanidad: el diablo y sus ángeles. De ellos leemos:
“…
Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra
el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron, ni fue
hallado más su lugar en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la
serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, quien engaña a todo el mundo;
fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él… ” (Apocalipsis 12:7-9).
Algunas
veces estos espíritus caídos se introducen clandestinamente en el cuerpo de
hombres y mujeres, venciendo al espíritu que tiene el derecho de poseerlos.
Ellos comprenden todo lo que han perdido y se sienten deseosos, cuando se les
da la oportunidad, de poseer cuerpos hasta de animales inferiores, debido a lo
ansiosos que están de verse revestidos de carne aun cuando sea por una corta
temporada. En una ocasión, una legión de estos espíritus inmundos desechados
por el Señor, pidieron tener el privilegio cuando menos, de entrar en el cuerpo
de una piara de cerdos (Véase Mateo
8:28-32). Estos espíritus inmundos reconocen al Señor por su conocimiento y
experiencia obtenidos en los cielos antes de rebelarse y ser expulsados. Ellos
lo llamaban por su nombre cuando El los perturbaba en las moradas que habían
hurtado, diciéndole: “Sé quién eres: el
Santo de Dios...” (Marcos 1:24;
Véase también: Lucas 4:34 y Hechos 19:15).
5.-
En la Preexistencia Dios diseñó el orden de las naciones y determinó nuestra
fecha de nacimiento, nación, raza y origen desde antes de nacer. Él también
eligió a algunos de sus hijos más fieles para que nacieran dentro del Pueblo
del Convenio, la Casa de Israel:
Por
medio de Moisés el Señor declaró lo siguiente:
“Acuérdate de los tiempos antiguos,
considera los años de muchas generaciones... cuando el Altísimo hizo heredar a
las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los
límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.” (Deuteronomio
32:7-8).
Un
pasaje similar a este aparece en Hechos, en el cual Pablo declara ante los
atenienses que el Señor:
“… De una sangre ha hecho todo el linaje de
los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación…” (Hechos
17:26).
Estos
pasajes indican claramente que los números de los hijos de Israel (y de todos
los demás seres humanos) eran conocidos y también que se habían fijado los
límites de su habitación, en los tiempos en que el Señor repartió la herencia
entre las naciones. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que debe de haber
habido una división de los espíritus de los hombres en el mundo espiritual y
aquellos que fueron señalados para ser los hijos de Israel fueron apartados y
preparados para una herencia especial.
6.-
Muchas de nuestras características e intereses espirituales, personalidad y
misiones especiales en esta Tierra, fueron determinadas para nosotros desde la
Preexistencia:
A pesar
del hecho de que nuestro recuerdo de las cosas anteriores fue quitado, la
índole de nuestra vida en el mundo espiritual tiene mucho que ver con nuestra
disposición, deseos y forma de pensar en este estado terrenal. Por lo tanto,
aquellos que eran nobles y grandes en el mundo anterior, fueron preordenados
por el Señor para ser sus profetas y gobernantes aquí, porque Él los conocía
desde antes que ellos nacieran:
“…Vino, pues, la palabra de Jehová a
mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre, te conocí; y antes que
nacieses, te santifiqué; te di por profeta a las naciones...”
(Jeremías 1:4-5).
“… Porque a los que antes conoció, también
predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, a fin de que
él sea el primogénito entre muchos hermanos…”
(Romanos 8:29).
“… No ha desechado Dios a su pueblo, al cual
desde antes conoció…” (Romanos
11:2).
“…Y no sólo esto; sino que también
Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni
habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección
permaneciese, no por las obras sino por el que llama) se le dijo que el mayor
serviría al menor. Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí. ¿Qué,
pues, diremos? ¿Qué hay a injusticia en Dios? ¡De ninguna manera!..” (Romanos
9:10-14).
“… Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor, habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según la complacencia
de su voluntad,” (Efesios
1:3-5).
7.-
Muchas condiciones de nuestra vida mortal son producto de nuestra conducta y
elecciones previas en la Preexistencia:
Los
apóstoles originales de Cristo entendían la doctrina de la preexistencia de los
seres humanos. Ellos comprendían perfectamente que muchas de las circunstancias
que determinan nuestra situación en esta vida dependen de nuestra existencia
anterior como seres espirituales en la presencia de Dios. La pregunta hecha a
Cristo en Juan 9:1-3 nos permite
deducir que los apóstoles comprendían perfectamente dicha doctrina. Leemos:
“…
Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron
sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido
ciego? Respondió Jesús: Ni éste pecó ni sus padres, sino que fue para que las
obras de Dios a se manifestasen en él…”. (Juan 9:1-3).
Existe
una razón por la cual un individuo nace en esta vida con algunas desventajas,
mientras que otro nace con ventajas, dones y talentos mayores. La razón es que
una vez tuvimos un estado, antes de venir aquí, y fuimos obedientes en mayor o
menor grado a las leyes que nos fueron dadas allá. Los que fueran fieles en todas
las cosas recibirían mayores bendiciones aquí en la tierra, y los que no fueran
fieles recibirían menos. En muchos casos, nuestras limitaciones tienen
propósitos especiales, ya sea de aprendizaje o para cumplir con un propósito
divino mayor, tal como sucedió en el caso del ciego mencionado en los
versículos anteriores. Cualquiera fuere el caso, resulta evidente que los
apóstoles entendían la doctrina de la vida premortal del hombre, pues de lo
contrario la pregunta sobre quién pecó estaría de más: ¿Cómo podría haber
pecado antes de nacer el hombre ciego si no existía?
8.-
Nuestra misión en esta vida es buscar nuevamente el conocimiento que teníamos
de Dios antes de nacer; al oír la verdad en esta Tierra, los escogidos la
reconocen, oyen la voz del Buen Pastor y lo siguen, reconfirmando los convenios
hechos con Dios en la Preexistencia:
Cristo
enseñó que los espíritus elegidos desde la preexistencia para formar parte de
Su pueblo, lo seguirían en esta vida:
“…
Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, no le
echaré fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino
la voluntad del que me envió. Y ésta es la voluntad del Padre que me envió: Que
todo lo que me ha dado no lo pierda, sino que lo resucite en el día postrero. Y
ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo y cree
en él tenga…”. (Juan 6:37-40).
La
elección puesta por el Padre sobre sus corazones, y aceptada por ellos mismos
en la preexistencia, les permite reconocer la verdad en esta Tierra, por lo que
son traídos por –Dios y llamados a formar parte de su pueblo en este mundo: “… Ahora
pues, Padre, glorifícame tú en tu presencia con aquella gloria que tuve contigo
antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo
me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han
conocido que todas las cosas que me has dado proceden de ti, porque las palabras
que me diste les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente
que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego
por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son; y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío; y he
sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; pero éstos están en el
mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el
mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se
cumpliese…”. (Juan 17:5-12).
Nuestra
elección en Cristo fue determinada de antemano. En esta solo reafirmamos
nuestra decisión de seguir a Cristo, la cual tomamos en la preexistencia:
“…
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su
gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas…”. (Efesios 2:7-10).
Lucifer y una tercera parte de los hijos de Dios se rebelaron en la vida premortal.
V.-
ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA DOCTRINA DE LA PREEXISTENCIA:
Los argumentos
más comunes en contra de la doctrina de la preexistencia son los siguientes:
ARGUMENTO
#1:
“… Génesis 2:7 dice que
Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y le dio el aliento de vida. La
idea de que un espíritu preexistente entró en un cuerpo físico está ausente en
la historia de la Creación. Por el contrario, el versículo expresa que tanto la
parte física como la espiritual fueron formadas al mismo tiempo. Más adelante
en la Escritura, prevalece la noción de que la vida comienza en el vientre (Job
31:15; Salmos 22:10; 71:6; 139:13)…”
EXPLICACIÓN:
Analicemos cada uno de
los versículos aquí usados como pruebas en contra de la preexistencia del
espíritu humano:
Génesis
2:7 nos dice: “…Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo
de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre alma viviente…”.
Génesis 2:7 no niega la
preexistencia de los espíritus. Cuando Dios creó a Adán, formó su cuerpo, que
necesitaba tanto el espíritu como la respiración para poder vivir y mantenerse vivo.
En Génesis 2:7 se dice que Dios procedió a soplar en la nariz de Adán el
aliento de vida [en hebreo: naschamáh].
Fue hasta entonces que el hombre Adán vino a ser alma viviente. La expresión “aliento de vida” debe referirse a algo
más que el mero hecho de respirar. Dios puso en el hombre llamado Adán el
espíritu de un ser preexistente en los cielos. Aunque su enfoque y aplicación
primordial es la resurrección, no la concepción de un nuevo ser, Ezequiel 37:5-6 nos enseña que el
proceso de dar la vida a un ser humano implica, no crear de la nada un espíritu
que antes no existía, sino más bien “poner”
o “hacer entrar” en un cuerpo de carne, un espíritu preexistente: “… He
aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones en vosotros,
y haré subir carne sobre vosotros, y os cubriré de piel y pondré en vosotros
espíritu y viviréis…”. (Ezequiel
37:5-6).
También debemos
considerar que de Adán se dice que era “hijo
de Dios” en un sentido muy especial (Lucas 3:38), y de los hijos de Dios se
dice que se regocijaron con Él durante la creación de esta Tierra, mientras aún
estaban en su vida premortal (Job
38:1-7). Si de nosotros se dice: “… Porque a los que antes conoció, también
predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, a fin de que
él sea el primogénito entre muchos hermanos…”
(Romanos 8:29). Y
también: “… No ha desechado Dios a su pueblo, al cual
desde antes conoció…” (Romanos 11:2) ¿Por qué debería ser
diferente el caso de Adán? Siendo el elegido para iniciar la vida sobre la
Tierra, resulta lógico que él, al igual que nosotros, haya existido antes de
nacer. Es más, semejante personaje tuvo que haber sido un ser excepcional y
sobresaliente en la vida premortal, de lo contrario jamás se le hubiera concedido
ser el padre de la humanidad. Pablo enseñó: “…
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor, habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según la complacencia
de su voluntad,” (Efesios 1:3-5). Que el hombre Adán
tuvo existencia como espíritu antes de ser formado del polvo de la Tierra no
puede ser puesto en duda.
¿Qué hay de los otros
versículos citados en contra de la preexistencia? Leamos cada uno de ellos y
deduzcamos la respuesta.
En Job 31:15 leemos: “… El que
en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos formó uno mismo en la
matriz?”.
Salmo
22:10 también nos
dice: “… A ti fui encomendado desde la
matriz; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios...”.
El Salmo 71:6 nos enseña: “… Por
ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste
el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza...”.
Finalmente, el Salmo 139:13 nos dice: “…Porque tú creaste mis entrañas; me
formaste en el vientre de mi madre.”.
Honestamente, resulta
absurdo que dichos versículos sean empleados para negar la preexistencia.
Dichos versículos únicamente enseñan que Dios cuida de cada ser humano de forma
especial desde su concepción. Por lo tanto, jamás niegan la preexistencia de
nuestros espíritus. Querer hallar tal afirmación es forzar el texto más allá de
lo lógico.
ARGUMENTO
#2:
“… En Zacarías 12:01 se
enseña que el espíritu de los seres humanos no pre-existe, sino que ha sido creado
dentro de cada persona en el seno materno…”
EXPLICACIÓN:
Zacarías
12:1 nos dice: “… Jehová, que extiende los cielos, y funda
la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él…”.
El concepto de que
'crear o formar' significa absolutamente hacer algo de la nada, o dar
existencia a lo que no existía antes, en el sentido más preciso de la palabra,
no es doctrina de las Escrituras. Al afirmar que Dios “… forma el espíritu del
hombre dentro de él…” Zacarías 12:1
no niega la preexistencia del espíritu humano, ¿Por qué? ¿Acaso no afirma el
texto que el espíritu del hombre es formado dentro de él, es decir, cuando está
en el vientre materno? Veamos cómo es traducido dicho versículo en otras
versiones de la Biblia.
La Nueva Versión Internacional, una versión protestante, nos dice: “… el Señor, que extendió los cielos, que
echó los cimientos de la tierra, y que puso en el hombre aliento de vida…” (Zacarías 12:1). Aquí meramente se
indica que Dios es quien pone dentro del hombre el aliento de vida; no que
forme o cree el espíritu humano en algún momento después de la concepción.
La Biblia, versión católica publicada por
Editorial Verbo, nos dice: “… Yavé, que
estiró los cielos, que puso los cimientos de la tierra y que mantiene la vida
en el interior del hombre…”. (Zacarías
12:1). Nuevamente, sólo se recalca que Dios es el origen y sustento de la
vida del ser humano.
La Traducción en Lenguaje
Actual (TLA)
traduce Zacarías 12:1 de la siguiente manera: “… Yo fui quien extendió los cielos y afirmó las bases de la tierra. Yo
soy quien dio vida a todos los seres humanos…”. Una vez más, se nota que el
propósito del escritor sagrado no es negar la preexistencia del espíritu
humano, sino presentar a Dios como fuente y origen de la vida sobre la tierra.
Es digno de mención el
hecho que las mismas palabras en hebreo y en griego traducidas como “espíritu” (hebreo: ruach; griego: neuma) pueden
significar tanto espíritu como viento o aliento. Por eso, lejos de negar que el
espíritu humano preexiste antes de su nacimiento, Zacarías 12:1 parece indicar
más bien, que Dios es quien da vida y aliento a los seres humanos.
Aún si entendiéramos
que Zacarías 12:1 se refiere al espíritu
humano como siendo “formado” por Dios
en el feto durante su gestación en el vientre materno, tampoco negaría la
preexistencia del espíritu humano, ya que lo mismo sucedió en el caso de
Cristo. El ya existía como entidad espiritual antes de ser puesto en el vientre
de María. En Hebreos se nos dice que “… Así
que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó
de lo mismo… Por lo cual, debía ser en todo semejante a sus hermanos…”. (Hebreos 2:14-17). Hasta en su
nacimiento Cristo vino a ser como nosotros, sus hermanos. Su noble espíritu
divino fue puesto en el vientre de una mujer, fue “formado” dentro de un tabernáculo de carne y huesos por el poder
de Dios de la misma forma en que nuestro espíritu preexistente es puesto o
formado en nosotros después de ser engendrados por nuestros padres mortales. La
preexistencia de nuestros espíritus jamás es refutada en Zacarías 12:1.
ARGUMENTO
#3:
“… La Escritura es clara
con respecto a la omnisciencia de Dios como se ve en Isaías 42:9. Como vemos,
no hay sorpresas para Dios. Romanos 4:17 nos dice que Dios llama las cosas que
no son, como si fuesen. Por lo tanto, Jeremías 1:5, y muchos otros pasajes, no
hablan de la preexistencia del alma, sino del llamamiento por anticipado de
Jeremías para un ministerio especial…”
EXPLICACIÓN:
La presciencia de Dios
es enseñada en las Escrituras (Véase
Isaías 42:9, 46:10, Daniel 2:28, Mateo 24:36, Hechos 3:18, Hechos 15:18, etc.).
Por ser Dios, él sabe de antemano todo lo que pasará. Isaías 42:9 nos dice: “… He
aquí, las cosas anteriores se han cumplido, y yo anuncio cosas nuevas; antes
que salgan a luz, yo a os las haré saber...”.
Romanos
4:17 también nos
enseña: “… delante de Dios, a quien
creyó; el que da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si
fuesen...”.
Ahora
bien, que Dios sepa de antemano que alguien hará algo en un futuro distante no significa
que la preexistencia no sea real, ¿o sí? De lo contrario, tampoco Cristo
hubiera tenido preexistencia antes de nacer en esta Tierra. De Cristo se dice: “… habéis sido rescatados… con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya
ordenado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los
postreros tiempos por amor a vosotros…” (1 Pedro 1:18-20). Además, Cristo es el "… Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo…” (Apocalipsis 13:8). Ciertamente, la
expiación de Cristo fue planeada desde antes que el ser humano cayera en
transgresión, pero Cristo mismo ya existía en ese momento. Cristo mismo dijo: “… Abraham, vuestro padre, se regocijó de
que vería mi día; y lo vio y se regocijó. Le dijeron entonces los judíos: Aún
no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de
cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy…”. (Juan
8:56-58).
Dios no
sólo usó su presciencia para saber que Cristo vendría y sería nuestro Salvador,
sino que también se basó en el conocimiento previo que tenía de la fidelidad,
el amor y la lealtad de Su amado Hijo, quien ya moraba con Él en los cielos.
Ese mismo criterio usa Dios con cada uno de sus hijos enviados a la Tierra con
misiones especiales (Jeremías 1:5).
No
porque Dios posea el don de la presciencia se niega la doctrina de la
preexistencia. Antes bien, aceptar la validez de la doctrina de la
preexistencia nos permite tener la confianza que Dios no toma decisiones
antojadizas basadas en su propio capricho, sino que respeta nuestro libre
albedrío y nos concede en esta vida aquello para lo cual nos preparamos desde
antes de nacer.
ARGUMENTO
#4:
“… Nuestro Señor
Jesucristo, la máxima autoridad en materia de doctrina, nos despeja con su
palabra cualquier duda que podamos tener en cuanto a nuestra supuesta
preexistencia espiritual en los cielos. El dijo: “Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo,
yo no soy de este mundo” (Juan. 8:23). Es clarísima aquí la diferencia
entre el que viene del cielo, y los que somos de la tierra. Si todos viniéramos
del cielo, estos versículos carecerían totalmente de sentido…”
EXPLICACIÓN:
Estudiar el contexto de
Juan 8:23, así como otros pasajes semejantes, nos permite ver que dicho
versículo no niega la doctrina de la preexistencia. En primer lugar, debemos
aclarar que la expresión “mundo”, en
el sentido bíblico, no se refiere necesariamente a nuestro planeta como tal,
sino que suele emplearse para representar al orden mundial caído hostil a Dios
(Juan 8:23; 14:17-22; 15:18-19; 17:9; 18:36; 1 Juan), por eso, cuando Jesús les
dice a los judíos que ellos son de este mundo pero él no, recalca solamente el
hecho de que él no era un ser caído y rebelde a Dios, mientras que ellos sí lo
eran. Ellos habían perdido de vista su propósito espiritual y la misión con la
que Dios los había investido al hacerlos nacer dentro del pueblo de Israel, la
nación del pacto. En este sentido, ellos eran del mundo, no del cielo. Cristo,
por otro lado, si lo era; ya que jamás olvidó su misión y propósito al nacer en
esta Tierra. Nótese que Cristo también afirmó que dichos judíos no eran
verdaderamente hijos de Abrahán. Unos versículos más adelante, en Juan 8:34-47
Jesús dijo:
“… De cierto, de cierto os digo, que todo aquel
que comete pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no se queda en la casa
para siempre, más el hijo sí se queda para siempre. Así que, si el Hijo os hace
libres, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; sin
embargo, procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. Yo
hablo lo que he visto estando junto al Padre; y vosotros hacéis lo que habéis
visto junto a vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es
Abraham. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
Pero ahora procuráis matarme a mí, un hombre que os ha hablado la verdad, la
cual he oído de Dios; eso no hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro
padre. Entonces le dijeron: Nosotros no hemos nacido de fornicación; un padre
tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios,
ciertamente me amaríais, porque yo de Dios he salido y he venido; pues no he
venido por mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje?
Porque no podéis a oír mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y
los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el
principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando
habla mentira, de sí mismo habla, porque es mentiroso y padre de la mentira. Y a mí,
porque yo digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me acusa de pecado?
Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye;
por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios…”.
Evidentemente, ellos sí
eran descendientes literales de Abrahán, por tanto eran sus hijos biológicos a
pesar de lo que Jesús dijera. Por tanto, resulta obvio que Cristo se refería a
algo más. La clave se halla en el versículo 34: “… Jesús les respondió: De
cierto, de cierto os digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del
pecado.”. Ellos eran seguidores e hijos del diablo por cuando habían
seguido un estilo de vida pecaminoso, optando por obedecer a Satanás. Pablo
también enseñó: “… ¿No sabéis que a quien
os entregáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel
a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?...”.
(Romanos 6:16). En tanto
persistieran en obedecer al mal, serían esclavos del mal e hijos de Satanás, ya
que emularían sus obras. Esto los descalificaba como hijos de Abrahán, no
porque dejaran de serlo físicamente, sino porque no actuaban de la misma forma
en que Abrahán había actuado. De igual forma, al decir que ellos eran de este
mundo, Cristo no pretendía negar la preexistencia de los seres humanos, sino
afirmar que aquellos que actúan de forma mundana, se vuelven seres meramente
carnales, olvidando la esencia y el propósito de la existencia humana. De hecho
todos fuimos, antes de venir a Cristo, seres puramente carnales o mundanos; por
lo tanto, éramos de este mundo.
Queda claro entonces que
Juan 8:23 no alude al origen primigenio de nuestro espíritu, sino al sistema
caído que muchas veces optamos por seguir olvidándonos de nuestro origen
divino. Dicho en palabras de Juan: “… En
el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él; pero el mundo no le
conoció. A los suyos vino, y los suyos no le recibieron…”. (Juan 1:10-11). Los judíos, pese a ser
su pueblo elegido desde la preexistencia, lo rechazaron; olvidando con ello su
llamamiento y elección como pueblo de Dios, llegando a ser así seres “… de este mundo…” (Juan 8:23), es decir, seres que sólo piensan en las cosas de la
carne y en los placeres de este mundo. A este tipo de personas, que sólo viven
para la carne y las cosas de este mundo, Juan les advierte: “…No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama
al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo,
la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos y la soberbia de
la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y su
concupiscencia; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre…”. (1
Juan 2:15-17).
En la epístola de
Santiago leemos: “…Adúlteros y adúlteras,
¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues,
que quiera ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios…”. (Santiago 4:4). Para Dios no hay puntos
medios: Si vivimos en pecado somos del mundo (pese a haber existido con Dios
antes de nacer); si vivimos de acuerdo con la voluntad de Dios somos de arriba,
de los cielos.
No podemos torcer el
significado de Juan 8:23 para negar la doctrina de la preexistencia.
Un velo de olvido cae sobre nosotros al nacer en esta Tierra
VI.- CONCLUSIONES ACERCA DE LA
DOCTRINA DE LA PREEXISTENCIA O VIDA PREMORTAL:
Del
presente estudio se desprenden las siguientes conclusiones:
1.
El espíritu de cada persona nacida en este mundo tenía
una existencia personal consciente en un estado previo. Estas almas progresan y
avanzan en inteligencia o conocimiento en diversos grados dentro de este estado
preexistente. Cuando su progreso en el mundo espiritual llega a su fin, las
almas no nacidas son enviadas a este mundo con el objeto de obtener un cuerpo
material y continuar en su progreso eterno hacia la perfección y exaltación.
2.
La
doctrina de la preexistencia es una doctrina fundamental de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o Mormonismo. La Iglesia enseña
que todos los seres humanos existimos como espíritus en la presencia de Dios
antes de nacer en esta Tierra.
3.
La
doctrina de la preexistencia fue enseñada en el cristianismo primitivo, así
como también en las otras religiones de tradición monoteísta como el judaísmo y
el Islam. También fue enseñada por algunos filósofos griegos y forma parte de
la revelación original dado por Dios a la humanidad, por lo que puede
encontrarse también en muchas de las religiones paganas.
4.
La
doctrina de la prexistencia ha visto también su resurgimiento entre algunas
sectas evangélicas modernas (Ministerios Elim, Ministerios Ebenezer y la secta
“Creciendo en Gracia”, por citar ejemplos). No obstante, dicha enseñanza suele
ser ridiculizada por otros grupos cristianos, los cuales consideran como
herejía dicha doctrina.
5.
La
Biblia proporciona el fundamento escritural para la doctrina de la preexistencia,
presentándola de forma lógica y clara tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento.
6.
Los
argumentos empleados comúnmente para atacar la doctrina de la preexistencia
carecen de fundamento bíblico, o se basan en versículos mal interpretados o
sacados de contexto.
El ser humano existía con Dios desde antes de la creación de este mundo.
BIBLIOGRAFÍA:
[1]
Véase “Lectures” de Thiessen, p 165. Teología
Sistemática, Stanley M Horton, Editorial Vida 1996, página 248.
[2]
Véase “Teología Sistemática”, editado por Editorial Vida, 1996. página 247.
[3] Véase “Man: The Image of
God”, por G.C. Berkouwer, Gran Rapid, Mi, 1962.
[4]
Pistis
Sophia es un importante texto gnóstico descubierto en 1773, escrito
posiblemente en el siglo II. Dicho texto relata las enseñanzas de Jesús
transfigurado a los discípulos reunidos (incluyendo a su madre María, María
Magdalena y Marta). En él son reveladas las complejas estructuras y las
jerarquías del cielo y la existencia de una Madre Universal, consorte y pareja
de Dios. Véase: Pistis Sophia, editado por J. H. Petermann, traducción latina
de M. G. Schwartz: Berlín, 1851.
[5]
Libro apócrifo del Nuevo Testamento que forma parte del Codex Brucianus, un
texto manuscrito redactado en copto, lengua egipcia usada por los cristianos de
los primeros siglos en Egipto. Para
su estudio se recomienda la lectura de las siguientes obras de consulta: The Jewish Apocalyptic Heritage in Early
Christianity (James C. VanderKam /William Adler, 1996, ISBN 9023229134, p. 75)
y The Two Books of Jeu (Watson E. Mills /Roger Aubrey Bullard, Mercer
dictionary of the Bible, Mercer University Press, 1990, ISBN 0865543739, p.
450).
[6]
Los Mandeos, también conocidos como «mandeanos», «nasoreos», «cristianos de San
Juan» y «sabianos», afirman ser seguidores de Juan el Bautista. Algunos
consideran que es la única secta cristiana gnóstica de los primeros siglos que
ha sobrevivido. Pequeñas comunidades mandeanas sobreviven en Irak y Khuzistán.
[7]
Clementinos
es el nombre dado a una serie de escritos religiosos que nos ha llegado en dos
formas como compuesto por Clemente [colaborador del apóstol Pablo según
Filipenses 4:3]. La forma griega se conserva sólo en dos manuscritos y consiste
de veinte libros de homilías. La forma latina es una traducción hecha a partir
del griego por Rufino (m. 410), y la cual es llamada “Reconocimientos”.
Existen también dos epítomes después de las homilías, y hay una traducción
siríaca parcial, que abarca Reconocimientos I-III y Homilías X-XIV conservadas
en dos manuscritos del Museo Británico, uno de los cuales fue escrito en el año
411. Algunos fragmentos son conocidos en arábigo y en lengua eslava.
[8]
El Libro de Sabiduría fue escrito en Egipto, alrededor de los años 80-50 antes
de Cristo. Distintas facciones y expresiones del cristianismo histórico lo
incluyen en sus Biblias entre los llamados Deuterocanónicos, en tanto que los
grupos protestantes, y otros grupos cristianos, lo excluyen de sus Biblias. El
libro de Sabiduría fue añadido al Antiguo Testamento por las comunidades de
israelitas piadosos de Alejandría, llegando, de esta forma, a convertirse en el
más reciente y último de los libros canónicos de la Biblia Septuaginta, misma
que representa la base y fundamento para el Antiguo Testamento de las Biblias
usadas para el Antiguo Testamento de las Biblias usadas por la inmensa mayoría
de las iglesias cristianas históricas.
[9]
El Segundo Libro de Enoc (usualmente abreviado como 2 Enoc, y conocido también
como Enoc eslavo o Los secretos de Enoc) es un texto apocalíptico de fecha
incierta y autoría desconocida. El libro comienza con el relato de Enoc, en
primera persona, de un viaje a través de los diez Cielos que culmina en un
encuentro con Yahveh (Jehová). Sigue una discusión sobre la creación del mundo,
y las instrucciones de Dios a Enoc para que regrese a la Tierra y difunda lo
que ha aprendido. Las enseñanzas de Enoc duran treinta días; a su término Enoc
regresa al Cielo y se transforma en un ángel. A partir de este momento, la
narración pasa a la tercera persona y cuenta las historias de Matusalén, Nir
(el hermano pequeño de Noé) y Melquisedec.
[10]
El Zohar (En idioma hebreo זהר
Zohar "esplendor") es, junto al Séfer Ietzirá, el libro central de la
corriente cabalística o kabalística, supuestamente escrito por Shimon bar Yojai
en el siglo II, pero cuya autoría se debe probablemente a Moisés de León, un
judío sefardí del siglo XIII. El Zohar es la obra fundacional en la literatura
del pensamiento místico judío conocido como Cábala. Es un grupo de libros que
incluyen comentarios sobre los aspectos místicos de la Tora (los cinco libros
de Moisés) e interpretaciones bíblicas y también material de teología
teosófica, cosmogonía mística y psicología mística. El Zohar contiene una
discusión de la naturaleza de Dios, del origen y estructura del universo,
naturaleza de las almas, redención, la relación Ego-Oscuridad y del “verdadero
yo” con la “luz de Dios”, y la relación entre la «energía universal» y el
hombre. Su interpretación de las Escrituras puede ser considerada como una
forma esotérica de la literatura rabínica conocida como el Midrash, que
desarrolla la Tora. El Zohar está mayormente escrito en lo que se ha descrito
como un estilo exaltado, y excéntrico de arameo, un lenguaje hablado en la
tierra de Israel durante el período romano en los primeros siglos de la era
común.
[11] Helmer Ringgren, The Faith of
Qumran: Theology of the Dead Sea Scrolls (New York: Crossroad, 1995), pp. 202.
[12] Elmer Smick, "Mythopoetic
Language in the Psalms," Westminster Theological Journal 44 (1982): 95.
El problema es una pagina mormona que no dice toda la verdad,miren uds creen que al nacer van a prepararse para ser Dioses eso no es biblico,lo tremendo que se agarran de libros que no estan en el canon,por eso no concuerdan con las ensenanzas apostolicas,antes de la fundacion del mundo nos escogio porque el es omniciente el ya sabia de nosotros desde antes de nacer en este mundo ,no que Dios padre tenga mujer en cielo haciendo Espiritus eso es antibiblico porque no hablan con la verdad completa,y otra habla de que fuimos adoptados por nedio de la fe en jesus
ResponderEliminarNO SOMOS ESPIRITUS PREEXISTENTES EN UN CUERPO HUMANO.
ResponderEliminar1 COR. 15.46 DICE: QUE LO NATURAL ES PRIMERO Y LUEGO LO ESPIRITUAL, REFIRIENDOSE A QUE SOMOS HECHOS ALMAS VIVIENTES Y LUGO PODEMOS LLEGAR A SER ESPIRITUS POR LA FE EN CRISTO. ASI COMO LLEVAMOS LA IMAGEN DEL PRIMER ADAN LLEVAREMOS LA IMAGEN DEL POSTRER ADAN, OSEA, UN ESPIRITU VIVIFICANTE. SI ERAMOS ANTES DE NACER EN LA TIERRA ESPIRITUS PREEXISTENTES,ESTA ESCRITURA DEBERIA DECIR AL REVES: LO ESPRITUAL ES PRIMERO, LUEGO LO NATAURAL.
SEGUNDO, EL ESPIRITU DEL PRIMER ADAN ES EL SOPLO DE ALIENTO DE VIDA, ESTE NO ES ALGUIEN SINO ALGO. NO ES UN ESPIRITU PERSONAL SINO ALIENTO VITAL. EL PRIMER HOMBRE ES POR NATURALEZA UN ALMA, NO UN ESPIRITU. 1 COR. 15.45 FUE HECHO EL PRIMER ADAN ALMA VIVIENTE.
SI FUERAMOS ESPIRITUS PREEXISTENTES ENTONCES SERIAN DOS PERSONAS DENTRO DE UN MISMO CUERPO, OSEA UN ALAM Y UN ESPIRITU PREEXISTENTE DENTRO DE UN CUEPO DE TIERRA. Y ESO NO ES ASI.
EN TERCER LUGAR, CUANDO UNO NACE DE NUEVO, UNO ES ENGENDRADO POR DIOS.
EN LO NATURAL UN ESPERMA Y UN OVULO NO SON HOMBRES PREEXISTENTES, SINO DOS CELULAS. CUANDO OCURRE LA UNION DE AMBOS UN HOMBRE HA SIDO ENGENDRADO. EN EL NUEVO NACIMIENTO EL ESPERMA DE LA PALABRA DE DIOS Y EL PODER DEL ESPIRITU SANTO SE ENCUENTRAN EN UN CORAZON ARREPENTIDO Y LLENO DE FE, ALLI ES ENGENDRADO UN ESPIRITU (QUE NO ES EL MISMO QUE EL SOPLO DE ALIENTO DE VIDA), ESTE ESPIRITU ENGENDRADO SI ES ALGUIEN. JUAN 3.6 DICE LO QUE ES NACIDO DEL ESPIRITU, espíritu ES. ATENCION¡¡¡¡ NO FUE UN ESPIRITU PREEXISTENTE QUE FUE INTRODUCIDO EN EL NUEVO CREYENTE, ES UN ESPIRITU ENGENDRADO DENTRO DE UN CORAZON ARREPENTIDO Y LLENO DE FE.
ES MUY INTERESANTE E INTELIGENTE EL LENGUAJE Y ARGUMENTACION EN ESTE ESTUDIO, MUY CONVINCENTE Y ADMIRO ESO, DE VERDAD, PERO NO ES BIBLICAMENTE CORRECTO. EN CONCLUSION, LOS HOMBRES NO TENEMOS ESPIRITUS PREEXISTENTES ADENTRO DE NOSOTROS. LOS HOMBRES SOMOS ALMAS VIVIENTES CON LA POSIBILIDAD GLORIOSA DE LLEGAR A SER ESPIRITUS VIVIFICANTES, ES DECIR HIJOS DE DIOS.
BENDICIONES Y SALUDOS PARA TODOS.
EliminarO sea, somos carne solo, y al morir nos hacemos espíritus.
EliminarEl esperma de la palabra de Dios. La palabra de Dios tiene esperma. Pero no es suficiente para engendrar en un cuerpo ya existente, un espíritu, y, por eso, debe participar el Espíritu Santo, y en un alma de origen biológico, hacen que ésta se transforme en espíritu. Y los malos y ateos, carecen de espíritu? O sea, que no hay infierno.
EliminarNo es, entonces una transformación del cuerpo o la mente en espíritu al morir, sino al momento del arrepentimiento, y eso puede ser anterior.
Esto es lo que piensan todos los traducionistas o solo una parte?
Y no es más complicado todo esto que decir que lo espiritual no es carnal, que lo carnal no deriva a lo espiritual?
Excelente articulo, mi enhorabuena.
ResponderEliminarNo se que hago aqui, pero claramente les aterra la idea de la no existencia. Tanto que han tenido que crear todo un universo incomprobable de preexistencia.
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